La mayoría de los amantes de los coches ven la carrocería como un elemento puramente estético. Nos llamará la atención un sedán, o un deportivo, o un cabriolet; nos gustará un color u otro, quizás seamos nostálgicos de los alerones… En realidad,
la carrocería del automóvil es mucho más que eso. Podemos verla, a efectos de seguridad, casi como nuestra
armadura: responsable de protegernos de agresiones externas (las piedras de la carretera, el polvo, la lluvia) y también de minimizar al máximo los daños que se producen en caso de impacto. Para eso se ha avanzado mucho en un aspecto crucial: la
deformación programada.