Aparcar el coche es una de las maniobras que más detestan muchos conductores. No en vano, es uno de los momentos de la conducción más complejos y, de hecho, es cuando más posibilidades tenemos de acabar dañando la pintura (y la carrocería) de nuestro coche. Por eso, conviene seguir unos básicos consejos que nos ayuden a efectuar esta maniobra con seguridad.

Probablemente, la mayoría de nuestros mejores recuerdos tienen que ver con el verano. Y es que las vacaciones y el buen tiempo animan a salir, viajar, disfrutar y a vivir experiencias que durante el resto del año puede que sean menos llamativas o atractivas. Sin embargo, no todo es positivo, pues el sol y las altas temperaturas tienen también efectos negativos y no sólo en las personas...

Aparcar a la sombra es uno de los 'retos' de cualquier conductor o conductora, especialmente, en verano. Proteger el coche del sol y las altas temperaturas es casi una obsesión para muchos automovilistas, que llegarán a dar vueltas y más vueltas hasta encontrar un hueco protegido del sol. Sin embargo, conseguirlo puede tener 'daños colaterales'...

Imagina que vas dando una vuelta por tu ciudad. Vas en compañía de alguna persona amiga o familiar. Durante vuestro paseo, veis un coche de color negro. Algo llama vuestra atención: la pintura de ese coche no brilla. No brilla en absoluto. No es que sea un coche viejo o descuidado; al contrario, parece en perfecta forma. También su pintura, sólo que es… pintura mate. Tu acompañante frunce el ceño. ¿Pintura mate? ¿Aquí? ¿En la calle? ¿En el coche de una persona normal y corriente?

Cuando un automovilista empieza a pensar en pintar su coche, detrás puede haber varias razones. Las más frecuentes tienen que ver con la presencia de daños más o menos importantes en la pintura del vehículo, como consecuencia de algún golpe con otro coche, algún obstáculo etc.